O.L.B.A

Esta página está completamente dedicada a mi novela "Oscura Libertad, Blanco Asesinato" también abreviada como "O.L.B.A". 
Pese a que al principio me negase a subir capítulos de mis novelas por motivos normales como miedo a ser copiada y demás, ahora he decidido a subir esta. De mis tres novelas, esta es la menos avanzada, además de que siempre lo escribo todo en un cuaderno y luego lo paso a ordenador. Lo que quiere decir que los capítulos de esta novela se irán subiendo sin seguir un tiempo determinado; puede que una vez suba dos capítulos seguidos o puede que tarde un mes en subir otro.

Bien, antes de dejaros con la historia, diré lo lógico: Todos Los Derechos de Autor de esta novela (y las otras dos), me pertenecen en toda su plenitud. Su idea no ha sido sacada de otro lugar más que de mi cabeza y mis sueños. Así que espero que todos los interesados respeten esta idea y no traten de plagiarla de ningún modo. Más de una persona podrían afirmar que es mía.

Lo que viene a continuación son datos que facilitarán el entendimiento de la lectura. Sin embargo, conforme vaya escribiendo y editando la novela, no serán necesarias y acabarán por ser quitadas.

Todas las críticas serán bienvenidas.

Personajes:

Kaito: El integrante más alto del grupo, tiene el pelo corto y pelirrojo, además de unos ojos igual de negros que el carbón. Es el más mayor (19 años) y con la habilidad de Kinta, avanza hasta los 23 para cumplir las misiones asignadas.
Su tótem es el león, el cual representa la locura, pero también la capacidad de hacer grandes estrategias. El arma que invoca para luchar es una gran espada con un zafiro triangular en la empuñadura. A la hora de luchar lo hace siempre cuerpo a cuerpo, pero como tiende a descontrolarse, debe de alejarse de sus compañeros para evitar dañarlos. Sin embargo, ellos ya preveen cuando entra en "modo ataque", ya que sus ojos se vuelven rojo.. Además, el poder especial que posee, es la Invisibilidad.
Su actitud es arrogante y muy alocada mientras que está con sus amigos, pero en cuanto al resto de personas, suele ser callado y algo bruto. Es bastante cercano con Aiden a pesar de que no lo suela mostrar. También le gusta mucho molestar a Kinta llamándolo"Litch", por lo que las peleas entre ambos son comunes. Además, tiene algo de rivalidad con Caleb, pero esta no suele mostrarse muy a menudo.
Lo único que se sabe de su pasado, es que tanto sus padres como la mujer que amaba, murieron.

Aiden: Es el más joven del grupo, con tan solo 17 años y 21 cuando realizan misiones. Es algo más bajo que los de su edad, pero su pelo rubio corto y sus ojos esmeralda atraen mucho a las chicas.
Su tótem es el halcón; representa la inteligencia y la belleza, pero también la timidez. Su arma es una pequeña daga con pequeñas esmeraldas formando una "X" en su empuñadura. Puesto que su invocación no es muy útil a la hora de luchar, está especializado también en artes marciales. El poder que posee es el de curar heridas, pero como todo, tiene sus límites; no puede curar una herida mortal ni revivir a nadie.
Tanto en el instituto como con cualquier persona que desconozca, es bastante tímido y no habla mucho, pero dentro del grupo, con la confianza de sus compañeros, se muestra más maduro y activo. Además, es el único capaz de hacer que Kaito no enloquezca por cualquier cosa.
En cuanto a su pasado, tenía un hermano gemelo y unos padres muy amables, pero un día hubo un accidente, y murieron. Tras eso, vagó solo hasta que Kaito lo encontró.

Kinta: Es un poco menos alto que Kaito. Su pelo castaño está siempre alborotado y unos mechones suelen caer junto a cada mejilla. Su mirada es verde oscura, muy atractiva e hipnotizante. Tiene 18 años, pero la edad que utiliza en sus misiones es de 21.
Su tótem es el caballo, quien representa la arrogancia y el orgullo, a la vez que el poder. El arma que utiliza es un arco blanco con un diamante negro en el mango, las flechas que lanza son especiales, ya que estas aparecen solas al apuntar. Se dice que puede atravesar de todo con ellas y que nunca ha fallado un tiro. Puesto que su arma es de combate a larga distancia, Kinta sabe también algo de artes marciales para defenderse en cualquier momento. El poder que posee le permite cambiar la apariencia de aquel que desee unos años atrás o adelante. Al principio le era difícil de controlar, además de que esa "transformación" siempre resulta algo dolorosa.
Su comportamiento es arrogante y solitario fuera del grupo, lo cual le lleva a ser perseguido por varias chicas. Aun así, dentro del grupo su actitud tampoco cambia demasiado; habla algo más y deja de lado su arrogancia. Su mejor amigo es Caleb, con el que suele entrenar a menudo. Por contraparte, se pelea bastante con Kaito, llegando a usar las armas en más de una ocasión.
Sobre su pasado; fue entregado en un reformatorio a los 15 años, y fue allí donde despertó sus poderes.

Caleb: Igual o un poco menos alto que Kinta. Tiene el pelo castaño, corto; a la altura de su cuello, sus ojos azules son en parte tapados por su flequillo. Al igual que Kinta, tiene 18 años, pero a la hora de cumplir misiones, esta cambia a 23.
Su tótem es el lobo; representa el compañerismo y el valor, pero también la soledad. Sus armas son dos katanas gemelas, las cuales pueden unirse en una sola. Poseen un rubí con forma de lobo aullando en la empuñadura, muestra de la completa compenetración que tiene con sus armas y su espíritu. Por ello se sabe que es el más poderoso del grupo, aunque la razón de que sea el líder, es más bien porque es capaz de mantenerlos unidos hasta en el peor de los casos. El poder que le fue entregado es desconocido incluso para sus compañeros.
En cuanto a comportamiento, este no cambia mucho con o sin sus amigos; siempre se muestra amable y serio, aunque en algunas ocasiones se muestra solitario. Tiene una gran amistad con Kinta, y también se lleva bastante bien con Aiden. Sin embargo, con Kaito siempre tuvo cierta "rivalidad", aunque esto no impide que lo trate como a un compañero más. Su mayor preocupación siempre ha sido y será, cumplir su misión y mantener a salvo a sus amigos.
No sabe quiénes son sus padres; fue abandonado a los siete años y no recuerda antes de eso, y lo que pasó después, no se lo ha contado a nadie.
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Bandos:

La Luz: Su trabajo es mantener a los habitantes de La Ciudad a salvo. Para ello, dio poder a los cuatro protagonistas, también nombrados como "Ángeles", con la misión de que exterminasen las ramas de La Oscuridad que amenazan con hacerse con todo el control y transformar a los humanos en Demonios.

La Oscuridad: Controla gran parte de El Gobierno de La Ciudad, junto a algunos asesinos. Estos están controlados por ella, por lo que se les denomina "Demonios" y deben de ser exterminados. Para poder tener el poder absoluto sobre el planeta, trata de capturar a los Ángeles, a la ve que impone leyes (con el manejo del Presidente), con las cuales se deshace de los humanos débiles que no podrían sobrevivir a su control.

Humanos: Se mantienen ajenos a la guerra que sucede entre La Luz y La Oscuridad, pero son igual de importantes, ya que sin ellos ninguno de los dos bandos anteriores podrían existir.
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Curiosidades:

*-Es un mundo futurista donde La Ciudad es el centro de La Tierra, de forma que controlarla, es controlar el mudo.
*- Las armas son "invocadas", es decir, aparecen cuando los Ángeles lo quieran.
*- Para emplear su poder (curación, invisibilidad...), cada uno forma un sello con las manos.
*- El Cuervo Blanco es un espíritu que aparece frente a Caleb cuando tiene dudas sobre alguna cosa; él no lo maneja.
*- Dado al parecido entre Kinta y Caleb, en el instituto están registrados como hermanos.
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Oscura Libertad, Blanco Asesinato
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Introducción:

La batalla se realizaba en uno de los edificios más importantes de la ciudad, donde el cadáver del Senador Costos manchaba de sangre el suelo.
-¡Te estás quedando atrás, Litch, yo ya llevo cinco!-gritó Kaito con una sonrisa sádica.
En ese momento, un guardia más calló al suelo, alcanzado en su pecho por una flecha que desapareció tras clavarse en su objetivo.
-Tsk, estamos empate, idiota.-respondió el aludido.- Y no me llames Litch.
En el centro de la sala, un guardia más murió tras golpear su cabeza contra la pared, debido al combate contra Caleb.
-Kaito, Kinta, dejad de discutir, estamos trabajando.-les recordó.
Una sombra apareció corriendo por el pasillo, y los tres compañeros se pusieron en guardia.
-¡Chicos!, la alarma se ha activado, no tardarán en llegar más guardias.
Todos relajaron su posición al ver quien era.
-Podemos acabar con ellos, tan solo dejarme actuar y apartáos.-propuso el mayor.
-No hay tiempo Kaito, ya hemos acabado; el Senador está muerto.-dijo Caleb.- Buen trabajo, Aiden. 
Dicho eso y sin ninguna queja, el grupo asintió y, tras una última mirada al baño de sangre tras ellos, saltaron por la ventana.

* * *

Capítulo 1

Una luz se encendió en el cuarto puso del edificio mas lujoso de la ciudad, dejando ver a cuatro chicos entrar. El reloj de la entrada señalaba las tres de la mañana.
-Kinta, devuélvenos a la normalidad.-dijo uno.
El nombrado, formando un rectángulo con las manos a modo de sello, cerró los ojos, haciendo aparecer una luz negra a su alrededor. En un momento, los cuatro presentes cambiaron de aspecto rejuveneciendo unos años.
-Has tardado mucho, Litch.
Ante la burla, dos de los chicos suspiraron y se alejaron, a sabiendas de la discusión que estaba por empezar.
-Mejor cállate, por tu culpa casi nos descubren antes.
-Vamos, Litch, no es mi culpa que mi invisibilidad desapareciera unos segundos... ¿O acaso tenías miedo de que nos pillaran?-continuó picando Kaito.
-¡Cabrón...!
Un arco apareció en las manos de Kinta, dispuesto a disparar. Por suerte, Caleb lo tomó del brazo, negando con la cabeza.
-Kaito, Kinta, no os intentéis matar por una vez en la vida...-dijo cansado.- Os recuerdo que mañana tenemos clase, exámenes y quizá una nueva misión, sera mejor dormir.
El arma desapareció en una luz blanca, volviendo el silencio a la estancia. Se miraron entre si sin decir nada durante unos segundos, hasta que fueron interrumpidos.

"-Esta noche, les informamos de la muerte del Senador Costos, uno de los mas importantes compañeros del Presidente. El cuerpo fue encontrado por su secretaria. Según el informe, doce guardias sumados al cuerpo del senador, han sido encontrados hasta ahora. Lo que muestran las grabaciones, no es sino la imagen de los Cuatro Enmascarados, quienes ya son conocidos en toda La Ciudad por sus mas de 120 asesinatos a cuerpos del Gobierno.
Esto es todo hasta ahora, les daremos mas información por la mañana"

La voz, proveniente del televisor, fue apagada por Aiden tras acabar el informativo. Mientras, los otros tres se acercaron al salón.
-De nuevo salimos en primera pagina en los periódicos, ¿es que no pueden dejarnos trabajar?-comentó Kinta.
-Al menos sabemos que continúan sin saber quienes somos...
-No te preocupes, Caleb, siempre podemos matarlos si nos descubren - Kaito mostró una sonrisa sádica - Seria un trabajo fácil.
El líder del grupo suspiró y pareció querer decir algo, pero Aiden se le adelantó.
-Nuestro objetivo es el Gobierno, no los medios de comunicación... Así que, ¿quien es el próximo?
Todos se mantuvieron en silencio unos segundos; de normal siempre había alguien que ponía leyes que abusaban de los habitantes de La Ciudad, pero últimamente todo estaba muy tranquilo. En casos como esos, el grupo siempre actuaba yendo a por otro tipo de personas, como asesinos, maltratadores o violadores, pero de nuevo, tampoco había noticias de algo así.
-El Gobierno y en general toda La Ciudad llevan mucho tiempo sin montar alboroto... Tan solo Costos lleva dando problemas unos días, y ya hemos acabado con él.- opinó Kinta.- ¿Que haremos, Caleb?
Éste medito unos segundos antes de pronunciar palabra. Y desde luego, la respuesta sorprendió a todos.
-Podríamos descansar por ahora.
Silencio.
-¿Vas en serio?-dijo Kaito serio.- Hay muchas personas peligrosas sueltas, y a saber qué planea el presidente... ¿De verdad pretendes que nos cojamos vacaciones?
-Kaito tiene razón; nuestro deber es proteger a los inocentes, siempre ha sido así; no podemos parar ahora...
-Lo sé, Aiden, pero también somos estudiantes; tenemos exámenes y otros deberes. No digo que dejemos nuestra actual vida de lado, solo que disminuyamos un poco el ritmo que llevamos.
-Suenas como si te hubieras cansado de salvar a la gente, Caleb.-dijo Kinta alzando la voz.- La Luz nos ha dado estos poderes por algo, para ahora, aunque sea sólo un poco, no es una decisión que podamos tomar.
El aludido volvió a suspirar y cerró los ojos unos segundos; era imposible razonar sobre algo así... Él lo sabía bien.
-Está bien, no dejaremos de hacer nuestro... trabajo.- habló al fin.- Tan solo tener en cuenta que no todos los de El Gobierno están controlado por La Oscuridad. Nuestro objetivo es el presidente; existimos para salvar vidas, no para acabar con ellas.
Los otros tres chicos asintieron satisfechos; no les gustaba matar, pero en algunos casos era necesario para asegurar un futuro mejor para todos.
-Ahora vamos a descansar, mañana tenemos clase.-finalizó el líder.
Tras despedirse, cada uno se dirigió hacia su respectiva habitación en aquel gran piso. Sin embargo, Caleb fue parado justo antes de poder entrar.
-¿Pasa algo, Kinta?- preguntó con tranquilidad.
-Eso debería de decirlo yo.-contestó el moreno.- ¿Ha pasado algo para que ahora no quieras continuar con nuestra misión?
-No es nada, tan solo creo que nos vendría bien descansar. Al fin y al cabo, no podremos salvar a La Ciudad si somos capturados porque estamos cansados.
Kinta soltó una pequeña risa antes de palmear el hombro de su mejor amigo.
-Todo tiene sus riesgos, pero existimos para esto, ¿no?-dijo con una sonrisa.
Caleb se la devolvió y asintió.
-Es cierto, nos debemos a La Luz y a todo aquello que ella protege.-admitió.- Ahora vamos a dormir, te recuerdo que mañana tenemos examen de matemáticas.
-Gracias, me acabas de quitar el sueño...-bromeó Kinta.- Buenas noches, Caleb.
Ambos sonrieron y entraron e sus cuartos, dispuestos a afrontar con energía el día siguiente. Cosa que podría serles difícil, con tan solo cuatro horas de sueño y algún que otro examen por delante.


* * *

Capítulo 2


El amanecer llegó mucho antes de lo que los jóvenes hubieran querido, haciendo sonar con fuerza sus despertadores. Kinta fue el primero en salir de la habitación, ya vestido y preparador para marcharse. Por suerte, aun les restaba tiempo para llegar y podían desayunar, a diferencia de otros días cuando levantaban demasiado tarde.
En la mesa de la cocina había todo tipo de comida; galletas, tostadas, mermelada, cereales... Algo que acabaría por quedarse ahí, y más tarde tendrían que recoger.
-Aiden, pásame los cereales.-pidió Kinta somnoliento.
El menor le dio la caja y observó como si amigo se echaba casi medio cartón de "Choco Krunch" en el bol de leche caliente.
-Kaito, luego no tendrás hambre como para almorzar...- susurró Caleb.
El líder estaba untando mermelada en sus tostadas, para luego mojarlas en el café que necesitaba para no dormirse en clase.
-No te preocupes, a ése le cabe de todo, ¿no, Litch?.- se burló Kaito.
-Otra vez no...
Pero la súplica de Aiden no fue escuchada, y en poco tiempo el piso se llenó de gritos y burlas, incluso se podían ver cereales volar por los aires, junto alguna que otra galleta y tostadas. Lo más seguro es que más de medio edificio se despertase por eso y luego tendrían que aguantar las quejas de los vecinos, como ya era normal para ellos. Y como siempre, Caleb tuvo que parar aquella absurda pelea, consiguiendo que sus dos amigos no se matasen entre ellos.

En cuanto acabaron de desayunar, el grupo llenó las mochilas con los libros que necesitarían aquel día, y partieron hacia el instituto discutiendo sobre quién recogería a la vuelta el desastre que había en la cocina.
Pasaron frente a la estación de trenes, donde poca gente cogía el tren, pero muchas llegaban para instalarse en La Ciudad.
- Se supone que la maquinaria ahora es automático, ¿no, Caleb?-preguntó Aiden de repente.
-Así es, y se supone que no solo los trenes, también las máquinas industriales, y el Gobierno planea hacerlo también en los coches y autobuses.-respondió el castaño.- ¿Por qué lo preguntas?
-Por nada.
El grupo paró unos segundos a observar como el tren que había llegado frenaba y dejaba salir a cientos de personas de los vagones. 
-Lo que está claro es que, como siga llegando gente de fuera, el Gobierno querrá acabar con los barrios pobres y deshacerse de aquellos que no les sirvan.-comentó Kinta cuando volvieron a caminar.
Kaito, que caminaba con las manos en la nuca, rió y miró al moreno.
-Tranquilo, Litch, habremos acabado con el presidente ante de eso.
Caleb y Aiden esperaron que una nueva discusión se iniciara, pero Kinta solo bufó y dejó de lado el tema.
"¡Milagro!", pensaron.
No tardaron mucho más en llegar al centro donde estudiaban, que constaba de cuatro enormes edificios y un terreno más que suficiente como para albergar a todos los estudiantes de La Ciudad. Era el único centro de aprendizaje que había, y estaba controlado al completo por el Gobierno, que exigía a los estudiantes buenas notas y una formación alta para que algún día fuesen el futuro. 
Allí acudían desde los niños de cinco años del Colegio Infantil, a los adultos de más de dieciocho que estudiaban una Formación Profesional o una Carrera en la Universidad.

En la entrada del Instituto, los chicos se despidieron para comenzar las clases. Kaito caminó hacia la Facultad de Ciencias, donde estudiaba biología, Caleb y Kinta entraron en su clase de 2º de Bachillerato, estudiando Ciencias también. Aiden era el único que había elegido Letras del grupo, así que pasaba las clases separado de los demás, aunque tampoco le importaba mucho.
Puede que estudiar no les fuera a servir de mucho teniendo en cuenta para qué existían, pero debían de aparentar ser chicos normales y, bueno, aquel centro era también una gran fuente de información sobre cualquier político, asesino o loco de La Ciudad.

* * *

Capítulo 3

La mañana pasó con rapidez para la mayoría de los estudiantes del centro, hasta que por fin llegó el esperado descanso. Los chicos se unieron, como siempre, en la mesa que estaba prácticamente agenciada para ellos solos gracias a su popularidad.
-¿Qué tal los exámenes, chicos?
La voz de Aiden se oía claramente a pesar de los gritos de la cafetería y los intentos de las chicas por llamar su atención. Caleb sonrió de medio lado mientras que su mejor amigo bufaba molesto.
-Digamos que yo volví a tener ayuda... Aunque no puedo decir lo mismo de Kinta.
El nombrado soltó una risa sarcástica y cortante.
-Tú siempre recibes esa ayuda.-se quejó.- Si yo tuviese la misma suerte que tú, podría pasar del notable bajo.
-¿De nuevo apareció el Cuervo Blanco?
Kaito levantó la cabeza de la comida que engullía sólo para mirar al rubio, quien parecía entusiasmado con aquella idea.
-¿Quién más?-respondió Caleb.- Sé que La Luz nos ayuda la gran parte del tiempo, pero que lo haga aquí además de en el campo de batalla ayuda mucho.
Se oyó un gruñido y el mayor de los cuatro arrastró su bandeja por la mesa hasta alejarla de él.
-Sí, bueno, quizá sólo te ayude porque sin ese cuervo tus notas serían pésimas.-dijo casi gritando.
-Baja la voz, Kaito, no hace falta que se entere el instituto entero.
El pelirrojo, atendiendo a la advertencia del menor, bufó, cerró los ojos y tomó aire para calmarse. No estaba celoso; él, de entre los cuatro, era el que mayor notas tenía, y aun así, saber que La Luz no le ayudaba tanto a él le molestaba. Y mucho.
-Sabes bien, que el Cuervo Blanco aparece frente a mí porque la compenetración con mis katanas ha llegado a su límite.-replicó Caleb.- Si tú fueses capaz de controlarte en las misiones, quizá lo conseguirías también.
-Mira niñato, que seas el líder no quiere decir que me puedas decir cómo actuar, así que guárdate tus sabias palabras para quien quiera escucharlas.
Kaito, al borde del descontrol, había agarrado a Caleb por el cuello de la camisa, pero este no cambiaba en absoluto su expresión; sabía que tenía razón.
-Calláos los dos, estáis llamando demasiado la atención.
El mayor dirigió una mirada de odio a Kinta y soltó al moreno, sentándose de nuevo en su silla. Gran parte de la cafetería aun los observaba, y el silencio tardó bastante en desaparecer. Era inusual ver a esos dos pelearse, y mucho más que no fuese Aiden quien los separara, pero a veces aquello sucedía. Eran compañeros y amigos sí, pero el comportamiento de uno molestaba al otro, y al final el liderazgo del grupo se ponía en duda y acababan por pelearse.
La atmósfera entre ellos tardó un tiempo en suavizarse y solo el rubio hizo algo para intentar hacer desaparecer la tensión.
-¿Vas a participar en el concurso de hoy, Kinta?
El aludido se encogió de hombros sin saber a lo qué se refería su amigo.
-¿Qué concurso?-intervino Caleb ya calmado.
-Hoy habrá un concurso de tiro con arco después de clase.-explicó Aiden sonriente.- Puede participar cualquier alumno, aunque yo tengo claro que no voy a hacerlo.
-Él seguramente ganaría con facilidad.
Aquel comentario por parte del pelirrojo sorprendió a los tres, ya que no era propenso a hacer cumplidos, y menos  a la persona contra la que siempre peleaba... Pero al fin y al cabo, tenía razón.
-Supongo que participaré.-habló por fin Kinta.- Aun así se me va a hacer muy raro no usar mi arco.
Todos rieron con suavidad, usar sus armas de esa forma no era responsable y además, sabían que no necesitaba su arco para ganar, la puntería del castaño era innata desde que la conocieron.

Las dos últimas horas de clase fueron en general tranquilas, excepto para Kaito, quien fue expulsado y mandado al despacho del director por dormirse en clase de matemáticas. El concurso sería en la parte trasera del centro, donde había un extenso espacio lleno de hierbo y donde solían realizarse todas las actividades de exterior. Tan solo había dos dianas colocadas a una distancia media e donde se apuntaba, lo que indicaba que solo habría  una ronda de tiro.
El grupo se acercó charlando, el  castaño ya cargaba en su hombro un arco de competición y un carcaj con tres flechas de aluminio.
-¿Es verdad que has vuelto a ser expulsado de clase? Eres irremediable, Kaito...
El adolescente rió y le revolvió el pero al rubio soltando una carcajada; le encantaba aprovecharse de la diferencia de altura. El pequeño solo hizo un mohín y gruñó descontento.
-No es mi culpa que volvamos tarde de las misiones y no duerma mucho en clase.-se excusó.- Deberíamos de cambiar nuestro turno de protección del mundo y ponerlo a la mañana.
Aiden acabó por reír, mientras que el resto se limitó a sonreír. Cuando el primer aviso fue mandado por los altavoces, Kinta se despidió de sus amigos para ponerse a la cola. Algunas chicas intentaron llamar su atención, pero el chico iba revisando el arco y las flechas mientras pensaba en la mejor posición para disparar. No sería muy difícil ganar, pensaba, al fin y al cabo, él llevaba más tiempo que nadie practicando aquello.
-Bienvenidos al primer concurso de tiro con arco del centro.-anunció una voz a través de los altavoces.- Habrá únicamente una ronda de tiro durante la cual cada participante disparará tres flechas. Las puntuaciones serán anotadas por los jueces y tras finalizar la ronda, se decidirá el ganador.
En cuanto sonó un pitido y los jueces (profesores del centro) ocuparon sus sitios, los participantes se dividieron en dos filas, dejando delante a los más pequeños. No eran muchos los que formaban parte del concurso, pero más de la mitad de los alumnos estaban ahí para ver quién era el ganador.
El turno de Kinta no tardó mucho en llegar, apenas veinte minutos después de comenzar ya estaba a la espera del aviso que indicara que debía de apuntar. Según había observado, los tiradores que había habido antes de él no eran muy, aunque aquel que apuntaba a la otra diana a la vez que él parecía tener experiencia. Bueno, al menos tendría algo de diversión.
El pitido resonó por todo el patio, y el moreno colocó la flecha en el arco, elevando luego este y fijando su vista allí hacia donde apuntaba. Tenían treinta segundos para prepararse, muchos más de los que él necesitaba. Pero, en ese pequeño transcurso de tiempo, su mundo se vino abajo; al otro lado del campo, si afinaba la vista, podía ver a un hombre vestido de uniforme negro, con unas gafas de sol oscuras y el pelo lacio y largo atado en una coleta a la altura del cuello. 
Aquello no podía estar pasando.
Él recordaba perfectamente haber matado a ese hombre, era imposible que estuviera ahí, no podía ser posible. Únicamente un segundo sonido procedente del altavoz pudo sacarlo de su ensoñación, haciéndolo reaccionar y soltar la flecha. Al mirar el resultado, hasta él mismo se sorprendió al ver que había dado en la zona azul de la diana, fallando así por primera vez desde hace muchos años. Sus amigos, situados en primera fila en la zona de observación, no podían creer lo que acababa de suceder; Kinta nunca, en toda la vida que llevaban juntos, había errado un tiro, ¡por La Luz!, ¡si le habían visto tirar y acertar sin ni siquiera mirar a su objetivo! Preocupados, miraron a su compañero, quien les devolvió la mirada y negó con la cabeza, intentando quitarle importancia a aquello. Volvió su vista y apuntó de nuevo, esta vez el hombre no estaba, se había esfumado sin dejar rastro, como si sólo hubiese sido una alucinación. Los dos tiros siguientes dieron en el centro, dándole de esa forma la mayor puntuación hasta entonces y consiguiendo tranquilizar tanto a sí mismo como a sus amigos.
Nada más devolver el arco, el castaño se unió a ellos, quienes le esperaban fuera de la zona de concursantes con una mirada de duda dibujada en sus caras.
-¿Qué te ha pasado antes?-cuestionó inmediatamente su mejor amigo.
Kinta, aunque confiaba en ellos y sobre todo a Caleb, a quien consideraba un hermano, no fue capaz de decir la verdad. Porque sabía que con ella vendría su pasado y no quería recordarlo.
-Creía que sería lo mismo tirar con un arco normal, pero el ángulo de tiro es diferente y la diana estaba muy cerca.
Los chicos, aun dudosos de que aquello fuera cierto, no siguieron hablando, pues sabían que ese no era el lugar ni el momento adecuados. Se dedicaron a continuar mirando la competición, durante la cual nadie fue capaz de superar la puntuación del castaño y, por lo tanto, este acabó por ganar. El premio fue un pequeño trofeo que no tenía mucho valor para él y un viaje al Parlamento que, la verdad, no tenía ninguna intención de usar. Además, el solo entraba a aquel edificio para una cosa, y no creía que la entrada valiese para ello.
Casi una hora después, tras echarse unas fotos para el periódico escolar, hacer una tonta entrevista (según él) y ser felicitado por casi tres cuartos de los alumnos, por fin pudieron marchar a su casa.

El camino de vuelta era el mismo que realizaban cuando iban a clase, pero daban gracias porque podían ir andando y no corriendo para no llegar tarde a ningún sitio, tal y como solía pasarles a la mañana.
-Bueno, Litch, has ganado el primer concurso de tiro con arco de este centro, ¿cómo te sientes ahora?-el pelirrojo interpretó de forma mediocre la voz de una de las chicas que habían hecho la entrevista.
-Cállate, Kaito, que así pareces menos tonto.
Como era normal, no tardó en llegar una batalla verbal entre esos dos que, para variar, hacían llamar la atención de todos con los que se cruzaban. Caleb y Aiden suspiraron a la vez y, cansados de hacerlos callar, comenzaron a hablar de las clases y otros temas de poca importancia.
Todo iba bien, no sentían ningún peligro cerca, quizá aquel día pudiera ser normal. O eso creían antes de oír un chirrido, y ver como uno de los trenes de la estación por la que pasaban descarrilaba.








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